Semillas de amor
Lloré mucho, cuando murió Sultán, mi querido lanudo. Desde la cuna había estado en mi vida. Me enseñó a gatear y me empujaba, suavemente, con el morro, evitando que me golpeara con los marcos de las puertas o las patas de las mesas. Era mi almohada preferida para las siestas…
Fuego en el cuerpo
«Es imposible, no lo conseguiré» —un fuego abrasador lacera sus entrañas, acalambra sus piernas y le impide continuar andando. Se apoya en un árbol tratando de controlar los espasmos. La gente, ajena al suplicio que está sufriendo, pasa junto a ella sin mirarla, cada uno a sus asuntos, con prisa….
Amor de madre
«¡Ay, hijo, si es un pinchazo de nada y la aguja es de las chiquiticas, ni te vas a enterar!» «¡Anda, no seas cobardica! ¡Jesús, por una vacuna de nada!, y calla de una vez, que los hombres no lloran. ¡Si es por tu bien, tonto!». «¡Venga arriba, dormilón, que…
En pocas palabras
La primera vez que papá me tuvo en sus brazos, recién nacido, cuentan que le mee todo, poniéndolo perdido: «¡Este niño es gilipollas!», parece que fue su comentario, mientras me devolvía a los amorosos brazos de mamá. Más tarde, en la escuela, como nací en octubre, muchos compañeros me llevaban…
El innombrable
Como el limo purulento, que deja tras de sí la resaca de una mala tormenta, el mal se propagó por la montaña, deslizándose, lento, por sus laderas, como una niebla oscura, pegajosa, conminatoria, que se desgarraba a jirones entre las breñas, uniformando el monte de un luto anticipado. Se apagaron…
El banquete de los siete enanitos
— ¡Proclamo a Sabio el puto amo de los fogones de todo el jodido reino de Colorín Colorado! — levantó su copa, puesto en pie, Feliz, animando al resto de enanitos a hacer lo mismo —. Es el mejor costillar al horno que he comido en toda mi hedonista vida….