
No hay en tus ojos fuego desafiante,
de ardorosa mujer enamorada,
ni en tus manos, la urgencia desbocada
de una caricia audaz, beligerante.
♥
Pasión no queda, en mis labios de amante,
ni en mi pecho la huella acalorada,
lujuriosa, febril, asilvestrada,
de ese último estertor agonizante.
♥
Pero nos queda amor en cada arruga,
en las hebras de plata de tu pelo
y en la mano amistosa que te tiendo.
♥
Y ese fuego, mi vida, yo te ofrendo,
pues tu tierna presencia me subyuga,
compañera en la tierra y en mi cielo.
